jueves, 6 de enero de 2011

Roja realidad

Dicen que unas palabras pronunciadas en el momento y lugar adecuados pueden cambiar el mundo

¿Cómo saber si tenía un problema?

¿Cómo saber que mi vida estaba vuelta al revés, si para mi ese siempre había sido el derecho de las cosas?
Para mí era normal que la gente me mirara con desprecio cuando lo hacía, porque generalmente me ignoraban, simplemente era un fantasma rondando por las calles o los pasillos, creía que mi vida estaba totalmente llena y satisfecha.

Vivir engañado no era tan malo, cuando no tienes contacto con nadie crees que tu modo de vida es el adecuado (mi abuelo decía, mejor bueno conocido que… no recuerdo que seguía en el refrán) tal vez por eso nunca conocí a nadie nuevo, y no sé si es que no me interesaba o me daba miedo salir lastimado, la verdad nunca lo pensé demasiado. Alguna vez escuché una canción que decía que no se sabe con exactitud si 
el conocimiento es amigo o enemigo, porque uno no sufre por lo que no conoce.

¿Por qué ella tuvo que quitarme la venda que tenía en los ojos, por qué quiso mostrarme el mundo? yo estaba bien como estaba, ¿por qué tuve que enamorarme?… (¿Se llama a eso enamoramiento?)  tal vez no, pero cuando una persona se te acerca,  conversa contigo y es la única que se toma la molestia, tiene que haber algo que una a esas personas, yo creí que era amor. Que insulso.

Como haber sabido que la gente no debe vivir bajo los puentes, que las ratas no son la mejor fuente de alimentación, que el baño se tiene que hacer todos los días, que los únicos que deben usar la misma ropa a diario son los personajes de las tiras cómicas.

El vagabundo no se había dado cuenta de lo que había pasado. La mujer vestida de rojo que pasaba por aquella esquina, vio al hombre tumbado sobre una cobija maltrecha,  él estaba sucio con una barba mal cuidada y en un estado de nutrición más que lamentable.

La mujer sintió lástima, le dejó algunas monedas, un pan que llevaba consigo y le susurró estas palabras al oído “date cuenta de lo que vives, esto no es una vida que deba llevar ningún humano”. El hombre rompió en llanto mientras los tacones de la mujer resonaban por la calle mientras se alejaba.