Mi piecito murió – dijo la pequeña niña - ya no se mueve, sus deditos no me hablan como lo hacían antes, ahora ese dedo gordo ya no se va a poder comer el huevo a pesar que los otros lo hayan preparado ¡y hasta le hayan echado sal!. Y todo por perseguir al conejito – dijo la niña con expresión de tristeza y arrepentimiento – recuerdo que en el jardín de mi casa hay varios arbustos y como nadie me ve mientras juego voy a explorar; el día que mi piecito se murió, entre los arbustos había un conejito, blanquito, blanquito, blanquito, al principio creí que era una bolita de lana, pero cuando se volteó para sonreírme me di cuenta de lo que era, y salí detrás de él. El problema con los conejitos es que son muy rápidos, salió de entre los arbustos y atravesó el jardín pasando por el borde de la fuente y yendo hacia la huerta donde están las zanahorias, yo corrí tras él lo más rápido que pude, y eso que tenía falda. Cuando llegué a la huerta el conejito ya se estaba metiendo por un agujero en la tierra, yo había visto una película en la que una niña perseguía a un conejito que se metía en un hueco (como el de mi jardín) y llegaban a otro lugar, en el momento que el conejito me hizo la seña para que lo siguiera supe que iba a pasar lo mismo. Lo malo es que el hueco era muy chiquito y solo cupo mi piecito y ¡cuando lo iba a sacar me dolió muchísimo! Casi como cuando me machuqué con la puerta la otra vez, entonces grité muy fuerte hasta que mi mami me ayudó y me tuvieron que llevar al doctor.
Yo les dije que no quería ir, pero como soy chiquita no me hicieron caso, allá en el hospital me sentía como pinocho (en el hospital de los juguetes llegó el pobre pinocho malherido…) y me pusieron en una cama muy muy fría y me dijeron que tenían que sacarle una fotito a mi pie, les dije que tenía que salir con un buen perfil y ojalá sonriendo, pero el señor que tomaba las fotos pareció no tomarme muy en serio.
Luego de un rato vino el doctor con una lámina azul diciendo que esa era la foto de mi pie, la verdad creo que se equivocó porque habían sólo unas como fichas de lego blancas, pero ni siquiera aparecían mis uñitas, les dije que ese no era mi pie, que el mío era mucho más bonito, pero el doctor me aseguró mil veces que sí era…ya no me cae muy bien ese doctor.
Ahora mi pie parece una momia, es como si le hubieran puesto un disfraz, lo curioso es que no estamos en época de halloween, además parece que le picara el disfraz, trata de moverse pero no se mueve, trata de gritar pero ni siquiera un susurro sale, está amordazado y no puede expresarse
Me han dicho que más que halloween es como si estuviera en un carnaval, porque tiene que usar su atuendo durante varios días; caminar con un pie momia es muy difícil, tengo que usar unas moletas…perdón, muletas (dijo mi mamá que escriba bien) por estos días no podré jugar en los arbustos ni buscar al conejito de nuevo, pero cuando lo pueda volver a hacer sabré que he aprendido algo. ¡Mejor meter la cabeza que la pata!